Liturgia del 18 de mayo del 2022
Miércoles V Semana de Pascua
Color BLANCO o ROJO
Memoria Libre: San Juan I, Papa y Mártir
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Primera lectura: Hc 15, 1-6: "se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia".
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Salmo Responsorial: 121, 1-2.3-4a.4b-5: Vamos alegres a la casa del Señor.
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Evangelio: Jn 15, 1-8: “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pedirán lo que deseen, y se realizará".
“Que la vida de Cristo se refleje en nosotros”
La palabra nos invita a buscar la esencia del llamado viendo nuestra respuesta, no como el completar una lista de requisitos, sino como el anhelo de responder al amor más grande. Irnos por las ramas se puede convertir en una costumbre, buscar el cumplir la ley como una obligación, no como una respuesta de amor, de un corazón transformado. Son importantes los cimientos, de forma que nuestra fe esté en el fondo de lo que hacemos.
La gran invitación que recibimos como mensajeros del evangelio es hacer nuevas páginas de vida que los necesitados podrán leer en nuestra alegría al transmitir con nuestro testimonio y contar lo que Dios ha hecho en nosotros. Y esas páginas deben hablar del amor, el amor que transforma, que perdona y que invita a abrir la mente y el corazón. Que la vida de Cristo se refleje en nosotros y así los demás querrán también encontrarse con el Señor y vivir esa misma experiencia.
La invitación: llevar la casa de Dios al corazón de los necesitados; es adentrarse en medio del pueblo que busca y espera recibir un rayo de esperanza, sentirse refrescados con el llamado a ser amados. Esto los llevará a que sus vidas anhelen entrar en una relación íntima con Dios. Jesús entregó su vida y nos abrió la puerta y esa puerta se abrió para todos.
La victoria de Cristo nos hizo uno con Él, nos hizo parte de la nación santa, de los llamados a recibir nuestra la herencia de amor, el saber que escuchamos su llamado, a estar en su presencia, siendo llenados de su amor, ese amor que nos llena de alegría, de júbilo y nos hace cantar con melodías de amor en nuestras vidas.
Hoy la invitación es a acercarnos. Jesús nos llama a acercarnos al Padre, a entrar en su casa, para Él llenar nuestras vidas de frutos. En su gracia somos lavados, en su amor somos perdonados y es su poder, su espíritu, el que produce frutos en nosotros. No hay forma de ser evangelio separados del sarmiento; sólo pegado a Él, en una relación cercana y personal, en una relación de amar y ser amados, en no buscar por qué nos amó, sólo dejar que el amor nos lleve a estar con Él, en su casa. Y llevar a esa casa a todos los que lo necesitan, alimentando cada día nuestro espíritu con la oración, la alabanza, la adoración, los sacramentos.
Sintámonos llenos de alegría por la invitación a ser de los suyos, celebrar con alegría y júbilo el más grande de los regalos, la vida eterna en su casa, siendo suyos eternamente.
(Guía Litúrgica)
¡FELICES PASCUAS!
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